Por Magaly Zamora (ACN) Fotos: Archivo
Al inaugurar el primer hotel de Cayo Coco, el 12 de noviembre de 1993, el Comandante en Jefe Fidel Castro, expresó: “Nosotros hemos encontrado la tierra prometida, y esta preciosa instalación es un premio a ese esfuerzo.”
Sus palabras, cual profecía, marcaron el rumbo para el desarrollo sostenido del destino turístico, convertido hoy en uno de los más atractivos y dinámicos en el área del Caribe.
Pero este sueño no era obra de la casualidad, sino de la visión optimista y previsora del líder de la Revolución, quien reconoció en su discurso de aquel día: “La primera vez que conocí las playas de la costa norte del país las vi desde un avión; fui viendo playas por todos los alrededores para tener una idea. De eso hace muchos años y, desde entonces, tenía una idea de la existencia de playas muy hermosas por toda esta zona del norte.”
“La primera vez que me pasó por la mente la idea —debo personalizar, porque fue realmente así de explotar estas playas, no estábamos pensando en el turismo internacional ni mucho menos—, de eso hace más de veinte años, estábamos pensando en todas las personas que vivían por esta región de Ciego de Avila, los límites de Camagüey y Sancti Spíritus (...), y estábamos pensando qué podríamos hacer un día para tener acceso a estas playas tan bonitas que se veían desde el avión.”
Aquel proyecto comenzó a materializarse después del 26 de julio de 1980, con los primeros pasos para probar que se podía construir un pedraplén que uniera los cayos con tierra firme.
Sin embargo, su preocupación por el cuidado de la naturaleza marcó, desde el inicio, las acciones:
"Pero ya con la vista puesta en el turismo internacional y, a partir de aquella idea, se discutió mucho sobre la cuestión del pedraplén: el trazado del pedraplén, qué medidas adoptar para evitar daños a la ecología, cómo garantizar el movimiento de las aguas entre una parte y otra del mar a cada lado del pedraplén, cuántos puentes, qué profundidad tenía, la necesidad de hacer un puente levadizo para que pudieran cruzar las embarcaciones, que el área de pesca continuara funcionando.”
"Había que buscar las canteras de piedra; afortunadamente, la Isla de Turiguanó tenía una serie de lomas, que yo dije: Hay que preservarlas, vamos a ver cómo sacamos la piedra y después las volvemos a sembrar de árboles, porque es muy bonita esa isla.”
Con esa premisa trabajó la brigada especial Roberto Rodríguez, El Vaquerito, convertida más tarde en Contingente, intensas jornadas de más de 14 horas diarias a partir de 1987, las cuales no eran ajenas para Fidel, quien recordó :
“Nosotros recibíamos por computadora un parte diario de cuántos metros se avanzaba por día, porque queríamos saber en cuánto tiempo se iba a hacer aquel pedraplén y cuánto costaba.”
El 26 de julio de 1988, en un momento de su intervención en el Acto Nacional por el XXXV aniversario de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba, el Comandante transmitió la noticia a Cuba y al mundo:
“Calladamente, silenciosamente, empezaron en marzo el trabajo y hoy nos llegó la noticia, enviada por los constructores, de que (...) como homenaje al 26 de Julio habían empatado la tierra firme con Cayo Coco.”
La terminación del viaducto aceleró la construcción de carreteras internas y de la infraestructura necesaria para garantizar el funcionamiento de hoteles con categoría cuatro y cinco estrellas, en un entorno que combina extensas áreas de bosque verde con 145 especies de plantas y unas 165 de animales.
Sin lugar a dudas, los hoteles de la cayería consiguen lo que muchos ejecutivos sueñan: integrarse armónicamente a un escenario paradisíaco y confirmar que la naturaleza no solo puede ser disfrutada y preservada, sino, también, enriquecida con construcciones hospitalarias, atractivas y humanas.
Condiciones naturales excepcionales, al margen del bullicio citadino y programas específicos para el disfrute en familia, en pareja o solos, hacen que el índice de repitencia aumente de año en año, en correspondencia con los niveles de satisfacción de los huéspedes.
Un buen posicionamiento en el mercado como destino de sol y playa le permite al enclave aventurarse en nuevas propuestas que constituyan motivos de viajes para los turistas y propicien la captación de un número mayor de clientes.
Sin embargo, en su plan rector de desarrollo, previsto hasta 2030, se mantienen como premisas insoslayables las palabras de Fidel, aquel noviembre de 1993 cuando vislumbró:
“Podemos darnos el lujo de desarrollar el turismo ideal, el turismo perfecto, de ahorrarnos todos los errores cometidos por tanta gente y que el turismo nuestro preserve, y no solo preserve, sino que enriquezca la belleza natural de los lugares donde se construye.
"Esto no va a ser cuestión de días ni de meses, es de años, y de unos cuantos años, pero está en nuestras manos alcanzarlo.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario